"¡De chica hetero frustrada a feliz lesbiana en tres pasos! (O cómo arreglar tu vida amorosa como si fuera un tutorial de TikTok)"
Vivimos tiempos maravillosos. Tiempos en los que, si una relación con un varón sale mal (y spoiler: muchas salen mal, porque crecer sin educación emocional ni sexual nos afecta a todos), la solución parece tan simple como "probar el otro equipo". ¿El chico con el que salías era emocionalmente inepto, adicto al FIFA o pensaba que el clítoris era un Pokémon? No importa. La respuesta parece ser: ¡hazte lesbiana! Así, como si una mujer pudiera cambiar su orientación sexual con la misma facilidad con la que cambia de serie en Netflix.
Y claro, la culpa no es solo de los varones. Pobres chicos: educados sexualmente por una combinación tóxica de silencios escolares y 247 pestañas de PornHub. El porno, esa gran escuela emocional, donde la mujer es un objeto, los diálogos se resumen en gruñidos y gemidos y el consentimiento brilla por su ausencia. ¿Cómo esperar que las relaciones entre jóvenes estén bien cuando el "modelo educativo" lo proporciona una industria creada literalmente para la masturbación masculina y que paradójicamente también es la fuente pedagógica de las jóvenes mujeres?
Nos enfrentamos al panorama desolador de novios que no entienden el concepto de preliminares, ni ternura ni empatía (la palabrita de moda que no debe faltar en el vocabulario de la dama o el caballero que se precien de tales) y que parecen creer que lo que les gusta a ellas es la dominación violenta y la sumisión (aunque paradójicamente el BDSM está despatologizado ya en el DSM-5 de la APA y en la CIE-11 de la OMS, pero esto es otro tema), y relaciones que se rompen por la incapacidad de comunicar algo más que stickers. Entonces muchas chicas concluyen: "y bueno, con las mujeres es todo más fácil". Claro, la ternura, la comprensión emocional, y el sexo sin ego masculino ayudan...
PERO:
Según el consenso científico actual, no hay forma de modificar (voluntariamente o no) la identidad sexual de una persona. Nadie puede cambiar su orientación sexual (ni su identidad de género) porque lo decida, le guste más así, ni por tratamientos médicos ni psicológicos ni amenazas.
Entonces…
Si una mujer descubre que disfruta más emocional y físicamente con otra, no es que se haya convertido mágicamente en lesbiana, bisexual, fluída o no binaria por hartazgo: es que ya lo era, y lo ha descubierto. ¡Enhorabuena! Eso se llama autoconocimiento, no cambio de orientación por frustración.
Sin embargo, existe una alternativa menos atractiva: que haya encontrado en su nueva amiga un sucedáneo, una especie de consuelo, o consolación que como su nombre lo indica podría incluir consoladores, dildos, strap-on, etc, sucedáneos del miembro viril, lo cual implicaría que están jugando a ser …¿un hombre y una mujer? O sin consoladores, pero es lo mismo. Aunque pensándolo mejor esto sería un caso especial de lo anterior: a ambas tendría que gustarles el juego sexual con mujeres, es decir que ambas ya eran o han descubierto que son lesbianas o bisexuales, porque de lo contrario no les gustaría.
Dejando de lado la insoluble (por ahora) cuestión de “¿por qué nos gusta lo que nos gusta?”, variante de la milenaria discusión filosófica y científica “¿existe el libre albedrío?” o de “somos libres de hacer lo que nos gusta, pero no de elegir lo que nos gusta”, etc,etc. : - ¿Qué importa? ¡si lo están pasando bomba! ¿Qué mal puede hacer? - dirían las y los adalides del lesbianismo y el no binarismo inducido.
MUCHO: Es la solución fácil, es tirar la toalla frente a la (innegable) dificultad de conseguir un hombre joven idóneo. Es dejarse ganar por las circunstancias desfavorables sin enfrentar el problema real, que es peliagudo pero no insoluble: NO todos los hombres son unos trogloditas machistas egoístas. Doy fe.
Me imagino el paralelo masculino: No me llevo bien con ninguna mujer, ninguna me comprende ni me mima como yo quiero, entonces me voy a vivir con mi mejor amigo, que me entiende, comparte mis gustos y obsesiones y comprende hasta mis más íntimos anhelos, PERO NUNCA (never in the puta life) se me ocurriría acostarme con él. Salvo que hubiera sido siempre yo un homosexual en el armario, conscientemente o no. Y él también, porque si no enseguida me echaría Flit (o Raid según el país). ¿Se entiende? Cuando explico esto parece que estuviera hablando en chino o en klingon. Me miran condescendientemente y dicen: -Vos no entendés, porque sos hombre. Como si existiera una lógica femenina, otra lésbica, otra bisexual, otra masculina. Pero 2+2 son 4 para todos y todas. Hay quien dice que no, que son 5, pero tendría que demostrarlo…
La identidad sexual no es un taller de cerámica donde una chica prueba con varios materiales hasta dar con el que queda más lindo. No es una reacción a una mala cita ni un castigo contra el género opuesto. Y aunque la libertad de explorar es positiva y saludable, sería mejor no confundir descubrimiento auténtico con una especie de moda terapéutica.
Quizá, solo quizá, si tuviéramos una educación sexual mínimamente digna (y no me refiero a mostrar condones y penes de madera en PowerPoint en 4º de la secundaria), muchos jóvenes podrían evitar tanto desastre afectivo. Aprenderían que el porno no es un manual para nada, que la orientación no se elige en función de la frustración, y que la sexualidad humana es compleja, sí, pero no un campo de pruebas.
Mientras tanto, seguiremos viendo influencers iluminadas explicando con cara de mujer empoderada que después de tres novios terribles "por fin encontraron su lugar en el mundo con una chica", como si fuera una historia de redención espiritual. Y seguiremos esperando que alguien recuerde o redescubra que una guía sexual real en familias y escuelas habría ayudado a evitar tanto sufrimiento... o al menos tanto caos sentimental con banda sonora de reguetón.
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